El trastorno bipolar, anteriormente llamado síndrome maníaco depresivo o depresión bipolar, es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por cambios anormales en el estado de ánimo, la energía y el nivel de actividad a lo largo del día. Las personas con este trastorno experimentan alternativamente episodios de excitación (elevación del estado de ánimo) seguidos de episodios depresivos. En el DSM-5, el capítulo específico de los trastornos bipolares prevé diferentes formas del trastorno que incluyen: trastorno bipolar I, trastorno bipolar II, trastorno ciclotímico, trastorno bipolar inducido por fármacos y otras categorías residuales para aquellos trastornos que no cumplen con los criterios de los principales diagnósticos.
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Trastorno bipolar
El trastorno bipolar, también llamado trastorno bipolar o depresión bipolar, es una condición psiquiátrica compleja. Es uno de los trastornos psiquiátricos con mayor heredabilidad y tiene un curso crónico. El trastorno puede causar una discapacidad grave, especialmente si no se trata adecuadamente.
El trastorno bipolar se caracteriza por la presencia de periodos profundos y prolongados de depresión que alternan con periodos de humor excesivamente elevado o irritable denominado manía. Las fases depresivas tienden a durar más, mientras que las fases maníacas o hipomaníacas duran menos (desde una semana hasta poco más de un mes). El paso entre estas dos fases puede ser relativamente largo, permitiendo al paciente un período de bienestar (eutimia), o puede ser repentino.
Síntomas maníacos del trastorno bipolar
Un episodio maníaco se caracteriza por al menos 7 días de hiperactividad, aumento de la autoestima, disminución de la necesidad de dormir, dificultad para concentrarse, estado de ánimo elevado y, en algunos casos, síntomas psicóticos.
Según el DSM-5, se requieren al menos tres de los siguientes síntomas para definir un episodio maníaco:
- sentido de la grandeza
- disminución de la necesidad de dormir
- charlatán
- pensamiento acelerado o fuga de ideas
- alta distracción
- aumento significativo de las actividades diarias, en el hogar, en el trabajo y aumento del comportamiento sexual
- exceso de actividades potencialmente riesgosas (fiesta de gastos, inversiones riesgosas, actividades sexuales riesgosas, etc.)
El episodio hipomaníaco (literalmente “manía leve”) se caracteriza por un estado de ánimo expansivo o irritable y al menos tres de los síntomas anteriores durante al menos 4 días. La diferencia entre manía e hipomanía radica en la duración pero también en la intensidad de los síntomas. En la hipomanía, el cuadro clínico no suele requerir hospitalización urgente y no hay síntomas psicóticos (como los delirios megalomaníacos).
Síntomas depresivos del trastorno bipolar
Las fases de manía se alternan con fases depresivas durante las cuales los síntomas experimentados por el paciente se superponen a los de una depresión mayor. Las fases depresivas del trastorno bipolar se superponen con los episodios depresivos mayores y pueden manifestarse a través de estos síntomas:
- Sentimiento de tristeza, de estar sin esperanza
- Reducción de las actividades diarias.
- Dificultad para dormir (dormir demasiado o muy poco)
- Pérdida de placer e interés en el mundo exterior.
- Sentirse vacío o preocupado
- Dificultad para concentrarse
- Comer demasiado o muy poco
- Sentirse cansado o lento
En general, la depresión en el trastorno bipolar es muy profunda y se caracteriza por síntomas particularmente graves. Por lo tanto, el seguimiento constante por parte del médico es esencial para poder reconocer temprano el inicio de las fases tanto depresiva como maníaca.
De hecho, ambas fases pueden ser muy peligrosas, en las fases depresivas el mayor peligro está asociado con el comportamiento suicida. En las fases maníacas, donde el estado de ánimo conduce a menudo al rechazo de las terapias, el paciente bipolar puede implementar conductas de riesgo (por ejemplo, conducir rápido en el automóvil, abusar de sustancias, tener un comportamiento sexual desinhibido), poniendo en peligro la propia condición económica (por ejemplo, gasto excesivo) . Además, muchas veces el paciente en excitación maníaca no reconoce la necesidad de tratamiento y puede interrumpir la terapia farmacológica, favoreciendo así una alteración del estado de ánimo más brusca.
Episodio mixto
El episodio mixto se configura como un estado en el que se presentan simultáneamente síntomas de la fase depresiva y síntomas de la fase maníaca. A nivel puramente diagnóstico, con la publicación del DSM-5, se eliminó del manual la categoría “episodio de humor mixto”, presente en cambio en el DSM-IV-TR. En cambio, se introdujo el término “episodios con características mixtas específicas”.
En concreto, hablamos de un episodio de características mixtas cuando existen al menos tres síntomas subumbrales de polaridad anímica opuesta. Entonces, cuando tenemos una fase depresiva y algunos síntomas maníacos o hipomaníacos o una fase maníaca con algunos síntomas depresivos. Concretamente podemos encontrar por tanto episodios:
- depresivos con características mixtas
- maníaco con características mixtas
- hipomaniaco con rasgos mixtos
En general, se caracterizaron por un estado de ánimo definido como “disfórico” caracterizado por agitación psicomotora, extrema irritabilidad y ansiedad. La disforia también puede ir acompañada de agresión verbal o física.
Epidemiología del trastorno bipolar
Según las estadísticas del NIMH, el trastorno bipolar tiene una incidencia en la población de entre el 1 y el 2 por ciento. El trastorno bipolar I afecta tanto a hombres como a mujeres por igual, mientras que el trastorno bipolar II es más común en mujeres (Nivoli et al., 2011). Típicamente, el primer episodio ocurre después de la mayoría de edad, entre los 18 y los 30 años, y luego se repite a lo largo de la vida. La edad media de aparición del trastorno bipolar es a los 20 años (Goodwin et al, 2007).
Basado en la duración, frecuencia e intensidad de los síntomas, el DSM-5 define diferentes tipos de trastorno bipolar.
Diagnóstico del trastorno bipolar
Trastorno bipolar I
Según el DSM-5, para hacer un diagnóstico de trastorno bipolar I es suficiente la presencia de un solo episodio maníaco en la historia. La presencia de episodios depresivos mayores no es necesaria con fines puramente diagnósticos, aunque es muy poco probable que un sujeto experimente únicamente fases maníacas e hipomaníacas en su vida.
Los estudios estiman que el 95% de los pacientes con trastorno bipolar han experimentado al menos un episodio depresivo mayor en su vida. Es probable que una parte del 5% restante lo experimente más adelante en sus vidas. En cambio, otros experimentarán fases depresivas que no son lo suficientemente graves como para cumplir con los criterios del DSM-5 para el trastorno depresivo mayor (Vieta et al., 2018)
Trastorno bipolar II
El trastorno bipolar II se caracteriza por al menos un episodio hipomaníaco y un episodio depresivo mayor. El curso de la enfermedad a menudo se caracteriza por períodos prolongados de depresión intercalados con episodios hipomaníacos periódicos. Los síntomas psicóticos, como los delirios, pueden aparecer durante las fases depresivas del trastorno, que por lo general son particularmente intensas e incapacitantes.
La presencia de al menos un episodio maníaco en la historia obliga, según los criterios del DSM-5, a optar por un diagnóstico de trastorno bipolar I.
Trastorno ciclotímico
El trastorno ciclotímico, también llamado ciclotimia, es un trastorno caracterizado por la presencia, durante un período de más de dos años, de inestabilidad del estado de ánimo con síntomas hipomaníacos y depresivos. En la ciclotimia, la intensidad de los síntomas hipomaníacos y depresivos es menor que en los diagnósticos anteriores, por lo que no cumple los criterios diagnósticos ni del trastorno bipolar II ni de la depresión mayor.
Trastornos bipolares y relacionados inducidos por fármacos
Esta categoría incluye síntomas del trastorno bipolar, como cambios de humor o manía, que no son causados por un trastorno psiquiátrico sino por el uso de sustancias, medicamentos u otra afección médica.
Por ejemplo, el abuso de cocaína o el uso de anfetaminas pueden generar síntomas maníacos. En estos casos, cuando se elimina la causa del trastorno, los síntomas del trastorno bipolar se desvanecen y no vuelven a aparecer (Vieta et al., 2018).
Factores de riesgo del trastorno bipolar
Numerosos estudios han intentado investigar las causas y los factores de riesgo del trastorno bipolar. En particular, durante el siglo XX, la comunidad científica se interesó particularmente en el estudio del trastorno bipolar I. Los estudios parecen sugerir que, en la base del desarrollo del trastorno bipolar, existe una predisposición genética favorable que puede ser mitigada por el riesgo factores ambientales (como períodos de gran estrés) o emergen sin causa aparente.
Entre los trastornos psiquiátricos, el trastorno bipolar se encuentra entre los de mayor heredabilidad. De hecho, estudios han demostrado que existe un 10% de posibilidades de desarrollar trastorno bipolar si hay un familiar con esta patología, frente a la media de la población general que es del 1%.
Estudios realizados en gemelos han demostrado que, en hermanos homocigotos (que comparten el mismo ADN), si uno de los dos hermanos está afectado por la bipolaridad, el gemelo tiene un 40% de probabilidad de desarrollar el trastorno. Mientras que para los gemelos heterocigotos el porcentaje cae por debajo del 20%.
Tratamiento del trastorno bipolar
El tratamiento del trastorno bipolar se centra principalmente en tratar de estabilizar el estado de ánimo del paciente. Esto se persigue mediante una correcta farmacoterapia y una buena relación terapéutica con su psiquiatra de confianza. A menudo, de hecho, el médico es capaz de reconocer los síntomas tempranos de la recaída (por ejemplo, el estado inicial de hipomanía) y actuar rápidamente mediante una modificación adecuada de la terapia farmacológica. Además, una buena relación terapéutica favorece el cumplimiento del tratamiento.
Otro aspecto importante en el tratamiento del trastorno bipolar es la psicoeducación. El trastorno bipolar es de hecho un trastorno crónico, que acompaña toda la vida de una persona. Por ello, es fundamental que cada paciente conozca su patología, sepa qué estrategias adoptar, cuándo pedir ayuda precozmente a su médico, qué síntomas vigilar para ayudar a mejorar su calidad de vida, etc.
La psicoeducación puede llevarse a cabo durante una entrevista individual o en forma grupal. Los datos de la literatura científica muestran que algunas intervenciones de psicoeducación grupal específicas para el trastorno bipolar (Colom y Vieta) son una excelente estrategia de tratamiento. Las intervenciones de psicoeducación son tratamientos que favorecen un mejor manejo del trastorno y un aumento de la calidad de vida pero que no sustituyen a la terapia farmacológica que sigue siendo imprescindible.
Finalmente, un manejo cuidadoso del estrés reduce la frecuencia y aparición de las dos fases contrapolares, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes. Por tanto, una parte fundamental del tratamiento y cura del trastorno bipolar es puramente rehabilitadora, favoreciendo la recuperación de actividades e intereses específicos del paciente que el trastorno puede tener limitado.
Tratamiento farmacológico
En lo que al tratamiento farmacológico se refiere, entre los fármacos más utilizados en el tratamiento del trastorno bipolar encontramos:
- Litio
- Anticonvulsivos
- Neurolépticos
- Antidepresivos
La elección de la terapia farmacológica correcta varía de un paciente a otro y la modula el psiquiatra en función de las condiciones clínicas del paciente.
Bibliografía
https://www.nimh.nih.gov
https://med.stanford.edu
https://www.med.unc.edu
https://www.health.harvard.edu