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Disbiosis intestinal: síntomas, tratamiento y dieta a seguir

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Disbiosis intestinal, un desequilibrio en las bacterias intestinales que puede provocar problemas de salud crónicos.
Disbiosis intestinal, un desequilibrio en las bacterias intestinales que puede provocar problemas de salud crónicos.

La disbiosis intestinal es una afección en la que se altera el equilibrio de los organismos microbianos en el intestino. Esta interrupción puede ser causada por una variedad de factores, incluido el uso de antibióticos, malos hábitos alimenticios, inmunodeficiencia y exposición a toxinas. La presencia de ciertos microorganismos patógenos o sus toxinas puede conducir a un desequilibrio en la microflora intestinal, dando como resultado síntomas gastrointestinales como calambres abdominales, distensión abdominal, estreñimiento y diarrea.

Revisión Médica ⚕️

Disbiosis intestinal: síntomas, tratamiento y dieta a seguir

El término “disbiosis” está compuesto por el prefijo “dis-” (generalmente usado para indicar una alteración o un funcionamiento defectuoso) y la palabra griega “bios” (que significa “ser vivo” o “vida”) y expresa el concepto opuesto al de “eubiosis” (donde “eu” significa “bien”, “bien”, pero también “equilibrio”).

La “vida” a la que se refieren ambos términos es la de los miles de millones de microorganismos que residen en el intestino humano (microbiota) y que, en presencia de un estado de eubiosis, se mantienen en equilibrio dinámico entre sí y con el organismo que lo habita. anfitriones, sobre la base de una ventajosa relación “mutualista”, de colaboración recíproca.

La microbiota se nutre del organismo humano para su supervivencia y proliferación, mientras que los productos del metabolismo bacteriano (como las vitaminas y los ácidos grasos de cadena corta) influyen favorablemente en numerosas funciones metabólicas y en el bienestar de todo el organismo. Microbiota sana también protege al intestino de la proliferación de bacterias patógenas y ayuda a mejorar el estado de la mucosa intestinal y la reactividad del sistema inmunitario.

Cuando el estado de eubiosis se desestabiliza, la composición de la flora bacteriana intestinal y las relaciones recíprocas entre las poblaciones microbianas que la componen (bacterias, virus y levaduras) se alteran y pueden surgir disfunciones y trastornos gastrointestinales, así como afectar a todo el organismo.

Disbiosis intestinal: ¿qué es?

Por definición, la disbiosis intestinal corresponde a alteraciones de la microbiota que van más allá de la variación fisiológica diaria del ecosistema microbiano intestinal y que inducen modificaciones de la función gastrointestinal normal que pueden traducirse en alteraciones características y/o un estado de malestar más general. o menos significativa, o permanecen asintomáticas.

Por lo general, una disbiosis se caracteriza por una disminución en la cantidad y diversidad de los microorganismos que componen la flora bacteriana intestinal sana, asociada con un mayor crecimiento de especies bacterianas potencialmente capaces de causar enfermedades (como Escherichia coli, Enterobacteriaceae, Clostridium difficile, etc.), normalmente inhibidas por el predominio de las bacterias buenas (en particular, los lactobacilos) y por la relativa acidez del ambiente intestinal.

Aunque la microbiota tiene una notable capacidad de reacción y adaptación, existen numerosos factores dentro y fuera del organismo que pueden favorecer el desarrollo de la disbiosis. Las principales causas de la disbiosis incluyen:

  • hábitos alimentarios poco saludables, una dieta desequilibrada (rica en proteínas y grasas animales y pobre en fibras vegetales y carbohidratos complejos) o la presencia de una deficiencia nutricional;
  • tomar un tratamiento farmacológico que interfiere con el crecimiento de bacterias buenas (en particular, antibióticos orales) o que altera las características del ambiente intestinal (por ejemplo, antiácidos y laxantes)
  • estilo de vida sedentario, especialmente si está asociado con sobrepeso u obesidad;
  • estrés, nerviosismo o cambios significativos en el estado de ánimo (que también pueden afectar la dieta y el estilo de vida)
  • ritmos de vida desregulados y sueño insuficiente;
  • síndrome del intestino irritable o enfermedad inflamatoria del intestino (colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn);
  • la presencia de una enfermedad sistémica (por ejemplo, diabetes) o trastornos del sistema inmunitario;
  • fumar y/o exposición a contaminantes ambientales y toxinas que pueden inducir alergias o reacciones inflamatorias en la mucosa intestinal o en todo el cuerpo.

Además del intestino, prácticamente todos los tejidos del cuerpo humano albergan comunidades de microorganismos que contribuyen a determinar su funcionamiento y estado de bienestar, gracias a su acción protectora.

Una microbiota muy estudiada y bien caracterizada es la del sistema urogenital femenino. En este caso, son principalmente los lactobacilos los que garantizan el bienestar de la mucosa vaginal, la vejiga y la uretra.

Estas “buenas bacterias” son capaces de contrarrestar la proliferación de microorganismos patógenos, como Candida albicans (levadura responsable de la candidiasis vaginal), Gardnerella, Prevotella spp. y Mobiluncus spp. (causa de la vaginosis bacteriana) o bacterias que causan cistitis dolorosa e infecciones urinarias (reconocibles al examinar una muestra de orina en el laboratorio).

Disbiosis intestinal: síntomas

La disbiosis intestinal leve no siempre da lugar a síntomas particulares o puede causar molestias tan modestas que se pasan por alto o se denominan genéricamente como problemas de “mala digestión”. Sin embargo, cuando el desequilibrio de la flora bacteriana intestinal es más marcado, la función gastrointestinal se ve significativamente afectada, generando diversos tipos de molestias durante períodos más o menos prolongados y con posibles repercusiones en la salud general del organismo.

Las manifestaciones más comunes de la disbiosis intestinal incluyen:

  • diarrea
  • hinchazón y dolor abdominal
  • meteorismo y flatulencia

Independientemente de la presencia de diarrea importante, la composición microbiana alterada y la reacción inflamatoria de la mucosa intestinal pueden dar lugar a una malabsorción de nutrientes y provocar un déficit de una o varias vitaminas (sobre todo, vitaminas del grupo B y vitamina K, producidas precisamente por bacterias buenas” presentes en la microbiota). Cuando esto ocurre, también puede presentarse fatiga y malestar general.

Otros síntomas menos comunes de la disbiosis son el estreñimiento (solo o alternado con diarrea), disminución del apetito, náuseas y la producción de heces blandas/oleosas y particularmente malolientes.

Disbiosis intestinal: curas

Una forma segura y eficaz de restablecer un estado de eubiosis y promover el bienestar intestinal consiste en tomar un complemento alimenticio a base de microorganismos probióticos (en particular, fermentos lácticos, como lactobacilos y bifidobacterias), solos o en combinación con componentes prebióticos ( fructooligosacáridos, FOS y otras fibras vegetales hidrosolubles), que favorecen su acción en el intestino.

Los probióticos son microorganismos capaces de sobrevivir en el medio gástrico y llegar vivos y vitales al intestino, donde reequilibran la flora intestinal. Los prebióticos, por su parte, son sustancias no digeribles de origen alimentario que actúan como nutrientes para algunas “bacterias buenas” presentes en el intestino, favoreciendo así su crecimiento.

Para obtener el máximo beneficio, el complemento alimenticio a base de probióticos y/o prebióticos debe tomarse 1-2 veces al día, por la mañana en ayunas o al menos 2-3 horas después de la última comida.

Es importante que en la etiqueta se haga explícita la identidad de los microorganismos probióticos, así como la cantidad contenida en cada dosis diaria del producto, la cual debe corresponder a por lo menos 1 billón (109) de células vivas para al menos uno de los cepas de “buenas bacterias” presentes.

Idealmente, los probióticos y prebióticos deben tomarse desde el inicio de los síntomas de la disbiosis (o incluso antes, en caso de que se usen para la prevención de la diarrea causada por antibióticos) y durante toda su duración. Para consolidar el resultado, es recomendable continuar tomándolo una semana más después de la resolución de los trastornos intestinales y la restauración del tránsito intestinal regular.

No obstante, siempre es recomendable consultar con su médico quien, en base a los síntomas referidos por el paciente, podrá indicarle el probiótico o prebiótico más adecuado (para tomar en caso necesario en combinación con otros fármacos). Si lo considera útil, puede en su lugar enviar al paciente a un especialista en gastroenterología para obtener más información sobre el caso. Después de la visita al especialista, se pueden prescribir exámenes de laboratorio para un chequeo general de la salud intestinal o para investigar la presencia de patologías específicas que pueden estar causando los síntomas informados, como, por ejemplo, la búsqueda de anticuerpos indicativos de enfermedad celíaca o pruebas de alergias o intolerancias alimentarias.

Disbiosis intestinal: precauciones dietéticas

La dieta, sin duda, tiene una fuerte influencia sobre la flora bacteriana intestinal, tanto para definir su composición en los primeros 2-3 años de vida (cuando el niño abandona la alimentación basada en la lactancia materna exclusiva y comienza a comer los mismos alimentos que los padres), como en etapas posteriores de la vida.

Estudios realizados en poblaciones con diferentes hábitos alimentarios han indicado que la composición de la microbiota cambia en función del mayor o menor consumo de proteínas, grasas, cereales y fibras vegetales, asumiendo estructuras más o menos ricas y diversificadas y propensas a sufrir disbiosis o a asociarse a determinadas patologías, sobre todo de tipo metabólico (obesidad, diabetes, síndrome metabólico).

Por otra parte, numerosos estudios han comprobado que gracias al consumo de determinados alimentos se puede intervenir positivamente sobre el equilibrio de la flora bacteriana y sobre el bienestar intestinal. Los más conocidos y más utilizados para este fin son los alimentos ricos en varios tipos de lactobacilos, bifidobacterias u otros microorganismos protectores, como el yogur y el kéfir, pero también algunos quesos, el vinagre de sidra de manzana, las verduras y los derivados de la soja fermentada.

Diversas investigaciones también han proporcionado indicios sobre el papel favorable de los cereales integrales, el jugo de arándanos, las grosellas y el vino tinto que, consumidos regularmente, podrían promover un aumento en la cantidad de bifidobacterias presentes en el intestino, protegiendo el equilibrio de la flora bacteriana endógena.

Los FOS y otras fibras vegetales prebióticas naturalmente presentes en estos alimentos ejercerían la acción protectora para el equilibrio y la función intestinal. Otros alimentos cuyo consumo puede resultar beneficioso por motivos similares son la achicoria, las alcachofas, los espárragos, las alcachofas de Jerusalén, las cebollas, los puerros y los ajos.

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